El árbol de la vida, del realizador estadounidense de La delgada línea roja, se quedó ayer con el galardón principal.
Cinco películas en 40 años no es mucho, pero a Terrence Malick (67) le han servido para cimentar un estatus de leyenda que ayer se confirmó, al cierre de la 64ª edición del Festival de Cannes. El guionista y director estadounidense, quien honró su fama de quitado de bulla al restarse de la ceremonia de clausura, se alzó con la Palma de Oro gracias a El árbol de la vida, en una decisión comunicada al mundo por Robert de Niro, el presidente del jurado. Su filme de rasgos poéticos y místicos ambientado en los 50, que había generado cierto favoritismo en los días previos a la premiación, le entregó a Malick el mayor reconocimiento de su carrera, junto al Oso de Oro que Berlín le entregó por La delgada línea roja (1998).
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