SANTO DOMINGO, República Dominicana.- Con el Estadio Olímpico de Santo Domingo lleno a toda capacidad, el Dominicano demostró que "si es profeta en su tierra".
A pesar de la insistente lluvia, el publico que se dió cita al Estadio Olimpico, disfrutó hasta mas no poder toda la descarga musical de Juan Luis Guerra y del espectáculo “AsondeGuerra”.
Y es que mientras más llovía, más cantaba un Juan Luis sonriente que también se gozó la mojada noche que abrió con “Apaga y vámonos”, una crítica abierta a la demagogia de los políticos.
“La bilirrubina”, “La travesía” y “La llave de mi corazón” impulsaron la efervescencia del público antes de que el artista sintonizara con el fenómeno que pretendía restarle protagonismo.
“Esa lluvia es una bendición, no se preocupen”, exclamó, para seguir con una de sus emblemáticas: “Bachata rosa”.
Con sus fans bajo el brazo, Juan Luis recordó a todos que además de crear hermosas melodías populares es un hombre que le canta a Dios, y como tal interpretó “Son al rey”, inspirado en un momento de adoración en la lectura de un pasaje bíblico.
La lluvia no cedía, pero el artista dominicano tampoco: “Hace mucho quería grabar un tema de rock y llegó alguien con el que pude hacerlo”, dijo previo a su primera gran sorpresa de la noche.
Se escucharon los acordes de “La calle” y segundos después apareció el colombiano Juanes causando el paroxismo de la multitud, que se deleitó con los dos artistas guitarra en mano cantando y sonriendo todo el tiempo.
Justo al concluir la canción, el espectáculo fue detenido debido a la gran cantidad de lluvia que amenazaba con colapsar el techo del escenario.
Al regreso, el laureado cantante y compositor no quiso dejar pasar la fecha y el valiosísimo significado que tiene para él.
“Quiero dedicar esta canción a mi esposa Nora, hoy cumplimos 28 años de casados (…) Nora, quiero decirte que eres la única mujer que amé, que amo y que amaré por siempre”, dijo Guerra casi provocando que el Estadio Olímpico Félix Sánchez reventara por los cuatro costados.
El tema “Para ti” lo interpretó Juan Luis y del amor eterno pasó a la crítica social con “El Niágara en bicicleta” subido a uno de estos vehículos.
Y así se dejaron escuchar otras canciones como “Frío frío”, en la que apareció Romeo Santos, exlíder del grupo Aventura convertido en un exitoso solista de la bachata.
Romeo cantó con su peculiar estilo ese otro gran éxito de Guerra, se paseó por el escenario, lanzó besos y elogió a su anfitrión, a quien llamó “el maestro”.
La gran noche de Juan Luis Guerra en su tierra aún daba mucho más: “Las avispas”, “Bachata en Fukuoka”, “La guagua”, “En el cielo no hay hospital” y “La cosquillita”, se encargaron de medir el frenesí de miles de almas en una sinfonía de goce memorable.
Tras despedirse y regresar ante el reclamo del soberano, Guerra cerró con “Estrellitas y duendes” y “Ojalá que llueva café”, otro capítulo de su brillante carrera musical.