Nicaragua. - Un ataque de las fuerzas progubernamentales el domingo dejó al menos 14 personas muertas en Nicaragua, donde cientos murieron desde que comenzaron los disturbios en abril, indicó un grupo de derechos.
Manifestantes en el país centroamericano, que están exigiendo la renuncia del presidente Daniel Ortega, tenían barricadas en las calles de Diriamba y Jinotepe, a 20 kilómetros (13 millas) del bastión opositor de Masaya.
De acuerdo con los videos filmados por los residentes y publicados en las redes sociales, el domingo se vieron grupos de hombres fuertemente armados con ropa civil con capucha negra.
Al demoler las barricadas de la oposición, ingresaron a los municipios junto a la policía, quienes también rodearon el área.
Los equipos mecánicos desmantelaron las barricadas, abriendo el acceso a más de 350 camiones de carga varados en la carretera en Jinotepe durante más de un mes.
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"Esto ha sido un horror. Tenemos un mínimo de 14 muertos, pero podrían ser más. Eso incluye al menos un oficial antidisturbios, un miembro paramilitar y dos policías”, señaló Vilma Núñez, presidenta del Centro Nicaragüense de Derechos (CENIDH).
“Parecía un ejército de ocupación. Han barrido todas las barricadas. Hay más muertos cuyas identidades no hemos podido confirmar. Hay muchos arrestos y heridos. Un desastre”, agregó.
La policía culpó a “terroristas con armas de fuego” por la muerte de dos oficiales.
“La situación es grave. Hay un ataque indebido por parte de las fuerzas gubernamentales que está causando derramamiento de sangre, más muertes y luto en nuestro país”, dijo Álvaro Leiva, secretario ejecutivo de la Asociación Nicaragüense de Derechos Humanos (ANPDH).
Según un informe preliminar, brindado la noche del domingo por Alvaro Leivanueve personas habían fallecido y más de doscientos fueron secuestradas.
Los últimos disturbios se producen después de que Ortega descartara el sábado elecciones anticipadas, luego de haber permanecido callado sobre la propuesta de la influyente jerarquía católica.
Al aparecer en una manifestación en la capital Managua, a la que asistieron miles de simpatizantes, Ortega calificó a sus oponentes de “asesinos” y “criminales”.
“¡Abajo los golpistas!”, “¡Ni un paso atrás!”, “¡Quédense, mi comandante se queda!”, “Queremos la paz”, gritaban los partidarios, ondeando banderas del gobernante Frente Sandinista de Liberación Nacional.
Los manifestantes, que al principio tomaron las calles contra las reformas de pensiones ahora abortadas, están exigiendo la renuncia de Ortega, un ex guerrillero izquierdista que llegó al poder con el levantamiento popular que derrotó al dictador Anastasio Somoza en 1979 y retomó la presidencia en 2007 después de una votación.
Los activistas lo acusan, junto con su esposa, la vicepresidenta Rosario Murillo, de establecer una dictadura caracterizada por el nepotismo y la represión brutal.
Los obispos católicos romanos, que trabajan para mediar el diálogo entre el gobierno y la oposición en un intento por poner fin a la crisis, dijeron a raíz de la declaración de Ortega de que estaban “seriamente” evaluando si continuarían sus esfuerzos.
"¿Qué sentido tiene continuar el diálogo si las calles siguen llenas de sangre?”, dijo el cardenal Leopoldo Brenes, presidente de la Conferencia Episcopal Nicaragüense.
Mientras tanto, Silvio Báez, obispo auxiliar de Managua, dijo que no es posible negociar con “representantes de un gobierno que miente, no acepta la responsabilidad y continúa atacando y masacrando a la población”.
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